Versículos de la Biblia / Nuevo Testamento / Romanos
Tengo muchos deseos de verlos para impartirles algún don espiritual que los fortalezca; mejor dicho, para que unos a otros nos animemos con la fe que compartimos.
A la verdad, no me avergüenzo del evangelio, pues es poder de Dios para la salvación de todos los que creen: de los judíos primeramente, pero también de los gentiles.
De hecho, en el evangelio se revela la justicia que proviene de Dios, la cual es por fe de principio a fin, tal como está escrito: «El justo vivirá por la fe».
Porque desde la creación del mundo las cualidades invisibles de Dios, es decir, su eterno poder y su naturaleza divina, se perciben claramente a través de lo que él creó, de modo que nadie tiene excusa.
Cambiaron la verdad de Dios por la mentira, adorando y sirviendo a los seres creados antes que al Creador, quien es bendito por siempre. Amén. Por tanto, Dios los entregó a pasiones vergonzosas. En efecto, las mujeres cambiaron las relaciones naturales por las que van contra la naturaleza. Así mismo los hombres dejaron las relaciones naturales con la mujer y se encendieron en pasiones lujuriosas los unos con los otros. Hombres con hombres cometieron actos indecentes, y en sí mismos recibieron el castigo que merecía su perversión. Además, como estimaron que no valía la pena tomar en cuenta el conocimiento de Dios, él a su vez los entregó a la depravación mental, para que hicieran lo que no debían hacer.
Que Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo les concedan gracia y paz.
Porque con el corazón se cree para ser justificado, pero con la boca se confiesa para ser salvo.
Así dice la Escritura: «Todo el que confíe en él no será jamás defraudado».
Porque «todo el que invoque el nombre del Señor será salvo».
Así que la fe viene como resultado de oír el mensaje, y el mensaje que se oye es la palabra de Cristo.
De hecho, Cristo es el fin de la ley, para que todo el que cree reciba la justicia.
Que, si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo.
¡Qué profundas son las riquezas de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Qué indescifrables sus juicios e impenetrables sus caminos!
Porque todas las cosas proceden de él, y existen por él y para él. ¡A él sea la gloria por siempre! Amén.
Por lo tanto, hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios, les ruego que cada uno de ustedes, en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios.
Ámense los unos a los otros con amor fraternal, respetándose y honrándose mutuamente.
Nunca dejen de ser diligentes; antes bien, sirvan al Señor con el fervor que da el Espíritu.
Alégrense en la esperanza, muestren paciencia en el sufrimiento, perseveren en la oración.
Bendigan a quienes los persigan; bendigan y no maldigan.
Alégrense con los que están alegres; lloren con los que lloran.
Vivan en armonía los unos con los otros. No sean arrogantes, sino háganse solidarios con los humildes. No se crean los únicos que saben.
Si es posible, y en cuanto dependa de ustedes, vivan en paz con todos.
No tomen venganza, hermanos míos, sino dejen el castigo en las manos de Dios, porque está escrito: «Mía es la venganza; yo pagaré», dice el Señor.
No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta.
No te dejes vencer por el mal; al contrario, vence el mal con el bien.