Tú, en cambio, predica lo que está de acuerdo con la sana doctrina.

Pongan en práctica lo que de mí han aprendido, recibido y oído, y lo que han visto en mí, y el Dios de paz estará con ustedes.

Y día tras día, en el templo y de casa en casa, no dejaban de enseñar y anunciar las buenas nuevas de que Jesús es el Mesías.

Por eso, anímense y edifíquense unos a otros, tal como lo vienen haciendo.

Mi enseñanza no es mía —replicó Jesús—, sino del que me envió.

Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo soy.

Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les hará recordar todo lo que les he dicho.

Yo te guío por el camino de la sabiduría, te dirijo por sendas de rectitud.

Ustedes saben que no he vacilado en predicarles todo lo que les fuera de provecho, sino que les he enseñado públicamente y en las casas.

Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios. Que tu buen Espíritu me guíe por un terreno sin obstáculos.