Este es el mensaje que han oído desde el principio: que nos amemos los unos a los otros.
En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y envió a su Hijo para que fuera ofrecido como sacrificio por el perdón de nuestros pecados.
¿Cómo sabemos que permanecemos en él, y que él permanece en nosotros? Porque nos ha dado de su Espíritu.
Si alguien reconoce que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios.
Y el testimonio es este: que Dios nos ha dado vida eterna, y esa vida está en su Hijo.
Queridos hijos, apártense de los ídolos. Amén.