Interpretación de la Biblia / Romanos 7:7
Romanos 7:7 es una declaración interesante del apóstol Pablo. Sus palabras nos enseñan que la Ley no es lo mismo que el pecado; Por el contrario, la Ley revela nuestras malas acciones y nos ayuda a entender dónde nos hemos equivocado.
La única manera de reconocer que algo es pecado es tener un marco de referencia moral que nos permita determinar exactamente qué está mal. La ley cumple esta función estableciendo límites claros entre lo que es correcto y lo que es incorrecto.
El conocimiento del pecado a través de la Ley
La ley es una herramienta importante para aquellos que luchan por una vida justa y santificada. Al comprender las normas de Dios y cómo debemos vivir, podemos comenzar a examinarnos a nosotros mismos y nuestras acciones.
Abelardo de Chalon, teólogo francés del siglo XII, escribió: “La ley es una brújula que nos muestra el camino a seguir, pero nunca es suficiente para alcanzarlo”. Es decir, aunque la Ley nos muestra el camino correcto, todavía necesitamos la gracia y la fe en Cristo para restaurar nuestra relación con Dios.
¿Cómo nos ayuda la Ley a entender la envidia?
Romanos 7:7 se centra en el mandato de no envidiar. ¿Por qué es importante este mandamiento y cómo podemos entenderlo mejor a través de la Ley? La envidia es un deseo excesivo de poseer cosas, aunque éstas sean para nuestro beneficio, pero no sean necesarias ni justas.
La ley nos muestra que Dios nos ha dado todo lo que necesitamos para vivir, y que nuestra verdadera riqueza está en nuestro amor a Él y a los demás. Por tanto, la envidia es contraria a la voluntad y al plan de Dios para nuestras vidas y puede llevarnos por el camino equivocado.