Interpretación de la Biblia / Mateo 1:21
El versículo de la Biblia que nos ocupa hoy es considerado uno de los más importantes de todo el Nuevo Testamento, ya que resume el propósito principal de la venida de Jesucristo al mundo. Se nos dice que la Virgen María dará a luz un hijo y que se le pondrá por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. Esta breve declaración tiene en sí misma una gran riqueza teológica, que merece ser explorada en detalle.
El nombre que se le da al niño nacido de la Virgen María es sin duda uno de los aspectos más fascinantes de este versículo. La palabra "Jesús" viene del hebreo "Yeshua", que significa "Jehová es salvación". Así, desde el mismo momento de su nacimiento, el niño que va a ser llamado Jesús tiene un nombre que anuncia su misión en la tierra: salvar a la humanidad de sus pecados y reconciliarla con Dios. Este nombre es el que ha sido invocado a lo largo de la historia por millones de cristianos en todo el mundo, como símbolo de esperanza, salvación y amor divino.
Como dice el propio versículo, la misión principal de Jesucristo es "salvar a su pueblo de sus pecados". Para entender el significado de esta frase, es importante recordar que el pecado es aquello que nos aleja de la gracia de Dios y nos hace merecedores del castigo eterno. La Biblia nos enseña que todos hemos pecado y estamos lejos de la perfección divina (Romanos 3:23), y que solo a través de la fe en Jesucristo podemos ser justificados y restaurados en nuestra relación con Dios (Romanos 5:1-2). Es decir, la obra salvadora de Jesucristo consiste en limpiar nuestros pecados y hacernos dignos de la vida eterna, mediante su sacrificio en la cruz y su resurrección.
Este versículo tiene muchos aspectos que invitan a la reflexión. Por ejemplo, podemos preguntarnos: ¿cómo es posible que un hombre pueda salvar a la humanidad de sus pecados? ¿Por qué es necesaria la obra redentora de Jesucristo? ¿Qué significa realmente la palabra "salvación"? Estas son preguntas profundas y complejas, que tienen múltiples respuestas según la perspectiva de cada individuo. Algunas reflexiones posibles son:
La salvación es un proceso continuo que implica la transformación de nuestro ser interior y la comunión con Dios. No se trata solo de una cuestión de evitar los pecados, sino de vivir de acuerdo a la voluntad divina en cada momento.
La obra salvadora de Jesucristo es una expresión del amor incondicional de Dios hacia la humanidad. A través de la encarnación, vida, muerte y resurrección de su Hijo, Dios nos muestra que está dispuesto a todo por nuestra salvación y nos invita a amarlo y seguirlo.
La salvación es una promesa y un don que solo podemos recibir por la gracia de Dios, mediante la fe en Jesucristo. No es algo que podamos conseguir por nuestros propios medios, sino que nos es dado gratuitamente por el amor divino.