Interpretación de la Biblia / Gálatas 5:19-21
En su Epístola a los Gálatas, el Apóstol Pablo enumera las acciones que se consideran obras de la carne, y dice abiertamente que quienes las hacen no heredarán el Reino de Dios.
Es importante distinguir entre las obras de la carne y el pecado. Todos pecamos, pero cuando aceptamos a Jesús como nuestro Salvador, el Espíritu Santo nos ayuda a vencer la tentación de pecar. Sin embargo, si vivimos según las obras de la carne, no podemos experimentar las bendiciones de Dios.
Algunas de las obras de la carne mencionadas en Gálatas 5:19-21 incluyen el adulterio, la fornicación, la impureza y la lujuria. La fornicación implica tener relaciones sexuales fuera del matrimonio, mientras que el adulterio implica tener relaciones sexuales con alguien que no sea el cónyuge. La impureza se refiere a pensamientos, palabras y acciones impuras, mientras que la lujuria es un fuerte deseo sexual.
También se mencionan la idolatría y la brujería, prácticas que implican adorar a dioses falsos en lugar del Dios verdadero. La enemistad, las discusiones, los celos, los enojos y los desacuerdos son actitudes que pueden causar mucho daño a cualquier relación. La disensión y la herejía son divisiones y mentiras que pueden debilitar nuestra fe.
Los celos y el asesinato son impulsos peligrosos que pueden causar daño físico y emocional a las personas, y la borrachera y las orgías son formas de exceso que pueden afectar seriamente nuestra salud.
Es importante recordar que estas obras de la carne son contrarias a la voluntad de Dios. A medida que desarrollamos nuestra relación con Dios, Su Espíritu nos ayuda a liberarlos y vivir de acuerdo a Su voluntad.
Por eso, en nuestra vida debemos tratar de distanciarnos de estas obras de la carne y esforzarnos por vivir en obediencia a Dios. Esto incluye, por ejemplo, abandonar la inmoralidad sexual y buscar la pureza y la castidad, abandonar la idolatría para adorar sólo al Dios verdadero, y abandonar la ira y la contienda para buscar la paz y el amor.