Interpretación de la Biblia / Mateo 4:4
Mateo 4:4 representa la respuesta de Jesús a las tentaciones que le presentó el diablo en el desierto. El diablo lo tentó a convertir piedras en pan para satisfacer su apetito, pero Jesús cita sabiamente un pasaje de las Escrituras que le recuerda que la vida no se trata sólo de satisfacer nuestras necesidades físicas. En su respuesta, Jesús nos enseña que necesitamos algo más que alimento para nuestro cuerpo, necesitamos alimento para nuestro espíritu.
Después de ayunar durante cuarenta días y cuarenta noches, Jesús tuvo hambre. (El número cuarenta en las Escrituras se usa a menudo en el contexto de prueba o prueba.) Este deseo natural proporcionó al tentador una ventaja que aplicó con éxito a muchas personas. Invitó a Jesús a usar su poder milagroso para convertir las piedras del desierto en hogazas de pan.
No hay duda sobre las palabras iniciales "si eres el Hijo de Dios". En realidad significan "ya que eres el Hijo de Dios". El diablo se refiere a las palabras que el Padre le dijo a Jesús durante el bautismo: “Éste es mi Hijo amado”.
Satisfacer un deseo natural con poder divino en respuesta a la sugerencia de Satanás es desobediencia directa a Dios. También nos encontramos con una tentación similar: vivir para satisfacer los deseos naturales, elegir un camino conveniente en lugar de buscar el Reino de Dios y su justicia. El diablo nos dice: “Hay que vivir, ¿no?”
La enseñanza central de este versículo es que necesitamos alimento espiritual además de alimento físico para sobrevivir. Este versículo no hace una comparación igualitaria entre la Palabra de Dios y el pan, sino que la Palabra de Dios es una necesidad más elevada y esencial que el pan. Por lo tanto, cuando nos alimentamos de las Escrituras, alimentamos nuestro espíritu según el propósito divino de Dios.
La principal manera de nutrir su espíritu es a través de una vida de lectura y estudio de la Biblia. Es la Palabra de Dios la que nos nutre, nos guía y nos transforma a medida que progresamos en nuestra fe. Los Salmos dicen que “La Ley del Señor es perfecta: infunde nuevo aliento. El mandato del Señor es digno de confianza: da sabiduría al sencillo” (Salmos 19:7). Cuando leemos y estudiamos la Biblia, nos abrimos a la sabiduría y la verdad que sólo Dios puede dar.