Interpretación de la Biblia / Mateo 1:18
En el libro de Mateo, se relata el nacimiento de Jesucristo de manera muy especial. Según este evangelio, la concepción de Jesús fue obra del Espíritu Santo, lo que enfatiza la divinidad del Hijo de Dios.
En la época en que vivió María y José, el compromiso o desposorio era un compromiso legal ante testigos e incluso podía firmarse un acta matrimonial. Sin embargo, la pareja no vivía junta y no tenían relaciones sexuales hasta que se celebraba el casamiento, que podía demorarse incluso varios años. De ocurrir una infidelidad durante el compromiso, la parte inocente podía buscar una sentencia de divorcio.
La concepción virginal de María es una de las creencias fundamentales del cristianismo, pero es también uno de los conceptos más difíciles de comprender por la lógica humana y la biología. Según la teología cristiana, el Espíritu Santo fecundó a María sin la intervención de un hombre. Aunque esto parezca imposible, para la fe cristiana, el poder del Espíritu Santo no tiene límites gracias a la omnipotencia divina.
Además, el nacimiento virginal de Jesús tiene un significado teológico profundo. Como escribió el teólogo Karl Barth: "Dios hizo lo que la humanidad no podía hacer: ir más allá de todas las fronteras y crear algo completamente nuevo". La concepción virginal es un signo de la divinidad de Jesús, como indica el versículo de Mateo.
El nacimiento de Jesús, según la tradición cristiana, es el cumplimiento de una profecía que se menciona en el Antiguo Testamento: "Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y lo llamará Emanuel" (Isaías 7:14). Para los creyentes, el nacimiento de Jesús es la realización de una promesa divina y el comienzo de la nueva era de la redención.
Por otra parte, el nacimiento de Jesús es el acontecimiento que marca el inicio del ministerio de Jesucristo en la Tierra. Jesús fue enviado al mundo para salvarlo de la perdición y para ofrecer una nueva vida a todos los que creen en él. Su nacimiento, por tanto, es el primer paso de su obra salvadora.
Algunos críticos han argumentado que la concepción por parte del Espíritu Santo disminuye la humanidad de Jesús. Sin embargo, esto no es así: el hecho de que Jesús naciera de una mujer humana y de haber crecido como un niño y haber tenido una vida de carne y hueso significa que Jesús tenía una naturaleza humana real.
Además, el nacimiento virginal de Jesús significa que no heredó el pecado original de Adán. De este modo, Jesús es considerado el segundo Adán, quien vino a redimir el pecado original y a restaurar la humanidad a la gracia divina.